Veréis, yo soy mucho de sagas, es cierto que me encantan las peliculas normales las que te dejan un regusto increíble en los ojos tras verlas, las buenas películas que crees que es mejor que las dejen ahí y no intenten estropear esos momentos perfectos, con continuaciones mediocres o simplementes, penosas.
Sin embargo las sagas han ocupado casi toda mi vida "filmográfica" y tienen un lugar especial reservado en mis estantería. Hay sagas malas, sagas buenas, sagas que empiezan bien y luego se desinflan, sagas que desearías que nunca acabaran, o que nunca hubieran empezado. Podría citar varios ejemplos de cada una de estas opciones, sin embargo pretendo ser lo más objetivo posible (más bien poco en realidad). Y la verdad es que hoy vuelvo desde hace bastante tiempo a las líneas internáuticas que tantas veces han soportado mi peso cinemático, con un propósito entre ceja y ceja: presentaros lo que para mí ha sido la revelación de éste año 2012.