Bien, veamos, un Domingo después de acabar los exámenes de Febrero, saboreando las mieles de justa victoria y pensando al mismo tiempo en si de verdad será o no "victoria" al final. Para evitar darle vueltas a la cabeza ( uno de mis principales defectos es lo que yo concibo como una conciencia "porculera" ) ,mi cabeza pulula al siempre bienvenido mundo del cine, a una película cuyo título y reparto me llamaron bastante en su época de promoción y que casualmente está actualmente en cartelera. ¿Nada mejor que hacer? En esta situación, lo dudo mucho, vamos que nos vamos...
En cuanto empecé a verla lo tuve claro, esto era un soplo de aire fresco para la industria del cine. Sí, y lo digo porque el género comedia-drama-romance está ya más que fundido, agotado y repetido. Su fórmula, reiterada hasta la saciedad empieza ya a cansarme, y sinceramente eso era lo que esperaba al entrar en la sala, sin embargo, una vez más mi intuición me jugó una dulcísima mala pasada. Señores, les hablo de la ahora tan comentada "El Lado Bueno de las Cosas", un drama romántico con muchísima comedia de por medio que relata la vuelta y re-inserción en la sociedad actual de Pat (Bradley Cooper), un profesor sustituto de historia, que tras presenciar como su mujer le es infiel en la ducha con el profesor fijo de la misma materia, sufre su primer episodio violento que finaliza con él metido en un centro psiquiátrico. Pat descubrirá con ayuda de Tiffany (la cuñada de un buen amigo suyo) a lo largo de la película, que el destino no siempre transcurre por la misma línea, sino que puede dar tantos giros como éste quiera y acabar siendo la vida que no se esperaba y sin la cuál no podría vivir.