Hace ya tres veranos me encontraba yo en casa de mi amigo pasando unos agradables días con él. No sabía si mi plan funcionaría, llevaba casi tres meses intentando convencerle de que viniera conmigo a ver la que era secuela de "Batman Begins", "El Caballero Oscuro". Por fin en el último mes antes de su estreno, el trailer y horas intensivas hablando sobre aquella película habían hecho su efecto, vendría conmigo. Una de las cosas de las que más me alegro en mi larga y cinemática vida es de haberlo convencido para que aquel caluroso día de verano viniera de buen grado a verla. A las dos horas y media de metraje lo había conseguido, El Caballero Oscuro le había fascinado. Pero aquello no era obra mía por supuesto, aquello lo había conseguido Christopher Nolan, director que desde entonces, en mi mente es asociado al término genio. Como una persona puede hacer armonía entre el caos, la desesperación, la esperanza, la lucha, la infatigable persecución de un fin, y sobre todo BATMAN. Algo que jamás había visto hacer a ningún otro director.
Tres años hace ya de aquello y tres años he esperado fervientemente a cada mínima noticia que salía de la Warner, ansioso de lo que en verano de el año que viene se convertirá en el broche de oro que cierre una de las sagas más taquilleras de la historia, y la que para mí es una increíble lección del buen cine. Aprendan señores, aprendan porque desde hace tres años, el estilo Nolan, se ha convertido en una rama aparte del cine, se ha convertido en una tendencia, se ha convertido en una Leyenda.