Una película, digamos, muy simple, con recursos de la vieja escuela, nada de atracciones innecesarias, ni chorradas de esas. Una película, que si bien al principio dices: "Me voy ahora mismo de aquí", acabas diciendo: "Que no se acabe ya, que no se acabe ya...". Una interpretación majestuosa, Colin Firth, Helena Bonham Carter y Geoffrey Rush, una banda sonora que raya el espectáculo auditivo, en fin... comencemos con ella.
La película posee una sinopsis histórica, por lo tanto es casi totalmente fiel a cada detalle que intenta representar. El príncipe "Bertie" de Inglaterra se ve llevado por el destino hasta el trono de una forma que llamaríamos casi de un abrir y cerrar de ojos: su padre, el rey, muere; su hermano David abdica como sucesor directo por culpa de un amor del que todos desconfían... y al final de éste trayecto se encuentra Bertie, hijo menor y tartamudo de un rey que no espera otra cosa que su heredero nunca llegue a conocer el trono y que éste deber lo tenga su otro hijo.